Esta semana algún lumbreras que no sabe qué hacer con el dinero ha decidido organizar la Semana Internacional de la Guardia Civil en Santander cosa, que, teniendo en cuenta lo próximos que están los amigos de las bombas y lo activos que están, no parece una gran idea.
Pero dejando los problemas serios de lado, la semanita trae cola. No sólo por la instalación de un mamotreto -alias carpa- para plantar un museo -creía que los museos eran cosas culturales- y diferentes elementos propios del cuerpo, sino por el despilfarro de dinero que supone este tipo de eventos contando con el museo, el desplazamiento, alojamiento, seguridad, exhibiciones, desfile, etc...
Como decía, lo triste de esto no es que la Plaza Porticada esté tan tomada por fuerzas del estado que a algunos ciudadanos hasta tengan miedo de pasar (por si acaso...), aunque todavía me pregunto para qué han construido el Palacio de Exposiciones si nos siguen llenando la ciudad de monstruitos exhibicionistas. Lo triste es que muchos pertenecientes a la Guardia Civil, ese que celebra por todo lo alto esta semana, mandan multitud de cartas y de quejas porque, a pesar de esta ostentación y este despilfarro de dinero, muchos de ellos llevan meses pidiendo cosas tan básicas como que les cambien las ruedas de las motos llenas de parches por los pinchazos.
En fin, cosas de estas que son habituales en una ciudad tan de fachada como ésta en la que habitamos, pero que, cuando se hacen tan públicas claman a cielo.
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