Por fin la vieja sede será derribada de una vez por todas después de llevar la friolera de dos años sin ocupantes. Nadie entiende la razón por la que se ha tardado tanto tiempo en hacer algo que era totalmente necesario para empezar a construir la macrosede que va a acabar con todos nuestros problemas.
Ya he hablado de ella aquí en más de una ocasión y sigo pensando que es una obra carísima para lo que es Cantabria y para lo que realmente necesitamos. Además, ni siquiera va a albergar todas las consejerías, porque, por lo menos, la de Economía y Hacienda va al Palacio del Mueble, en la calle Alta. ¿Entonces para qué nos vamos a gastar esa porrada de millones en algo así? Múltiples preguntas vienen a mi cabeza como ésa. Por ejemplo: ¿por qué se siguen empeñando en hacer la sede en un lugar con tremendas dificultades para aparcar los coches? ¿No era mejor haberlo hecho en Las Llamas, que dispone de mucho más espacio para haber hecho un aparcamiento en superficie y tiene la autovía al lado? ¿Qué pasa que sólo los santanderinos realizan trámites ahí? Y así sucesivamente una tras otra porque esto genera más dudas de las que resuelve. Mal asunto.
Ahora parece que con el derribo se dan los primeros pasos para la faraonica construcción -ya un poco menos después de la adaptación del primer proyecto- y que para enero ya sólo quedará un solar en lo que fue la primera asamble regional de Cantabria antes de su traslado al antiguo hospital de San Rafael de la calle Alta. En fin, que Dios nos coja confesados...
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