No me gusta frivolizar con casos de gran calado e importante impacto, sobre todo para los que los sufren más de cerca. No lo voy a hacer ahora, pero sí conviene detenerse y analizar cómo trata nuestra justicia a pederastas ya no reincidentes si no rerererereincidentes. A la niña Mariluz todos la tenemos en la cabeza porque su desgraciado fin tuvo bastante de negligencia judicial. Ahora al magistrado le va a caer una multa de 3.000 euros por no meter en la cárcel a tiempo a ese individuo. Le ha salido barato su error, no como a la niña, que ninguna culpa tenía. Esta semana hemos sabido que un astillerense, que cumplía 5 años de condena en la cárcel de Dueñas (Palencia) había quedado en libertad tras finalizar ésta. Pues bien, lo primero que hizo nada más salir de prisión fue comprar unas golosinas en la calle Alta de Santander y dirigirse a un grupo de niños que jugaban cerca de allí. Separó a una de ellos y comenzó a tocarla. La vida le dio a la niña que un vecino le observaba desde el balcón y comenzó a gritarle para que la dejara en paz. Surtió efecto y este hombre huyó, siendo detenido posteriormente por la policía tras el aviso del bendito vecino. ¿Y ahora qué? Este hombre no es capaz de vivir en sociedad porque está enfermo y pone en peligro la vida de gente inocente. ¿No es capaz la justicia de tenerlo controlado sin que cree peligro? Hasta el momento está claro que no, pero por eso es fundamental adecuar las leyes a la realidad de esta sociedad. La cárcel quizá no es el mejor lugar para esta gente, pero está claro que la calle tampoco lo es.
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3 comentarios:
Lo del pederasta de Astillero clama tanto al cielo como cualquier otro pederasta, pero este está bien cerca. En Cantabria ya tenemos al de la Katana paseando, al pederasta paseando y al árbitro suicida al volante paseando. ¿Cuándo se va a hacer justicia?
Esta gente no se puede reinsertar, por mucho que se empeñen en hacérnoslo creer, y si es por imperativo constitucional, pues habrá que cambiarlo. Un enfermo de este calibre, no puede estar en la calle... Yo pongo pasta para que no salga, en la cárcel, en un psiquiátrico o donde sea, pero en la calle no.
Este caso es una absoluta vergüenza, está claro que este hombre está enfermo,debe estar en un psiquiátrico. El problema es que el Código Penal mantiene algunas ideas muy antiguas, no la de reinserción, sino la de centrarse sobre todo en el cumplimiento de penas (a tal delito, tal pena y ya está), sin tener en cuenta apenas elementos psiquiátricos.
En cuanto al tema de la reinserción, que en este y otros casos está claro, no conviene generalizar. Hace poco el Diario titulaba que los delincuentes sexuales eran reincidentes y no se reinsertaban. La letra pequeña ofrecía la siguiente prueba: que el 38% (creo recordar que era la cifra, era un 30 y pico seguro)habían reincidido... Del otro 62% nada se hablaba, sin contar que las cifras se reducen con un tratamiento adecuado. Otra cosa es que sea un tema muy difícil y que las autoridades deben estar muy encima de este tipo de elementos.
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