No sé si debido a la crisis o por la pura avaricia de la gente, pero el caso es que la policía ha pillado con el carrito de los helados a un feriante y su hijo por estafar cerca de 50.000 euros a seis mujeres en Santander mediante cuatro estampitas y dos tocomochos. Me encanta, lo reconozco, saber que estos listos disfrazados de tontos siguen despellejando a tontos disfrazados de avariciosos porque es precisamente por eso, por tratar de engañar a un supuesto discapacitado, por lo que caen y dan 6.000 ó 10.000 euros por unos trozos de papel. Me alegro, y he de decir que este tipo de delitos deberían estar despenalizados, al tiempo que aquellos que tengan el atrevimiento de irlo a denunciar a comisaría, tendrían que ser puestos a disposición judicial inmediatamente, por tratar de estafar a una persona que está, presuntamente, discapacitada. Es increíble que a estas alturas haya gente tan incauta que siga cayendo en esto que, por otro lado, representa el lado más romántico de la tradicional pillería española y eso, qué queréis que os diga, a mí me saca una sonrisa. Sólo la avaricia, no obstante, permite que se siga produciendo este fenómeno, porque no hay intimidación ni fuerza, sólo una gran actuación.
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2 comentarios:
Se merecen ir a la carcel los que pretenden timar a gente con retraso mental. No los que utilizan el arte español por excelencia.
Deberían meter el multazo a los tontos que pican queriendo engañar a alguien mas debil.
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