Seguramente en algunas de las casetas situadas en las diversas plazas de Santander con motivo de las fiestas de Santiago se sirvió algún plato con el cerdo como ingrediente. De hecho, un restaurante con nombre de capilla vaticana anunciaba bocadillos de jamón a ¡¡¡10 euros!!! Y yo pensando que la idea era que sólo se vendieran pinchos con bebida por un total de 2,50 euros para que la gente se animara, pero debe ser que no.
Bueno, el tema, de todos modos, no versa sobre ese tipo de cerdos sino sobre los cerdos humano, ese tipo de chones que no saben ni estar, ni comer, ni beber, ni nada y que se dedican a ensuciar todo lo que pillan por el camino. Y eso que los cubos de basura eran abundantes en todas las casetas...
Como colofón, tuve la oportunidad de ver a un ... -añada cada uno/a lo que considere- tirando un vaso de cristal a la carretera en la calle San Fernando. El vaso, por supuesto, se rompió, y al neanderthal y a sus amiguitos pleistocénicos les hizo muchísima gracia, dudo que si algún coche pinchara una rueda se riera tanto. ¿Por qué esta gente -por llamarles de alguna manera- no se quedan en su casa y dejan de molestar a los demás con su nefasta educación?
En fin, parece que las casetas han sido todo un éxito, no se puede esperar menos de una ciudad como Santander en la que a la gente le gusta que la vean. Muy respetable, lo que no es nada respetable es el aspecto de las calles, hay que mejorar, y mucho, el tema de la limpieza porque Puertochico, por ejemplo, olía a vinorro por las mañanas que tiraba para atrás y aún hoy huele a pies descompuestos, me imagino que será el queso curadito y sudadito por los calores claro.
Hay que ser más civilizados y colaborar un poco, que no cuesta tanto.