Ha pasado, por desgracia, en más de una ocasión, pero ahora lo vemos desde un punto de vista más cercano. Un joven madrileño murió asesinado -presuntamente- por un portero de una discoteca que tenía cuarenta y pico denuncias. Él, el cancerbero del infierno, 10. La irresponsabilidad de algunos dueños de bares y locales de marcha roza lo delictivo. Es intolerable poner en una puerta en lugar de a un relaciones públicas que gestione la entrada al local a unos gorilas u orangutanes que no distinguen el bien del mal y responden a cualquier cosa con un puñetazo, una patada o cosas peores. La seguridad es necesaria, pero que un joven muera cuando sale de fiesta aplastado por un descerebrado con varias denuncias encima demuestra que algo grave está pasando y que es responsabilidad de los políticos y de las fuerzas del orden regular un sector en el que el único requisito para entrar es ser fuerte y no tener cabeza. Hay 135.000 porteros de discoteca en España. Sólo 900 tienen el carnet que les faculta para hacerlo. Hay, por tanto, 134.000 peligros en potencia que no tienen la más mínima preparación. Y es en sus manos en las que estamos. Porque sus manos quitan vidas y mandan gente a los hospitales. Seguridad sí, pero ¿para quién? ¿Y a qué precio?
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Yo no sé si quiero tanta seguridad... sobre todo porque al final peleas hay las misas, y las discotecas estñan llenas de drogas y cosas peores... ¿Que seguridad da eso?
Publicar un comentario