14 millones de Chikilicuatres

La polémica había rodeado la elección del participante español en el festival de Eurovisión porque este año, TVE, que tiene los derechos de emisión del certamen, había decidido abrir una página web en Myspace para que todos los que quisieran participar pudieran ser escuchados y, lo que es más importante, votados. De ahí, los que más apoyos tuvieran, a la final. Todos sabemos lo que ocurrió tras arrasar el fenómeno "chikichiki" y postularse como candidato español para Belgrado. Uribarri dijo que no iba -y fue, claro- y los "fans" de Eurovisión -¿cómo puede haber aficionados a un festival?- se rasgaron las vestiduras y hablaron de herejía. El caso es que el pasado sábado casi 14 millones de personas estuvimos -me incluyo- pegadas al televisor siguiendo el festival de cabo a rabo. Hubo de todo pero a mí me gustó en general porque se me hizo entretenido -una de sus funciones principales, por cierto- y cuando apareció el participante 22 llegó la locura. Ya lo habíamos visto miles de veces, pero observarlo en Belgrado me hizo soltar una gran sonrisa. Él no pretendía ser cantante -no lo es-, sólo quería que saliera lo que procura provocar siempre: una sonrisa. Porque él es humorista. La campaña de este año se llamaba "Salvemos Eurovisión" y creo que, gracias al Chikilicuatre, se ha conseguido lo impensable: 55 puntos y uno de los programas con más audiencia de la Historia. A la gente normal se la sopla lo que digan los críticos de televisión o de cualquier índole porque, entre otras cosas, es gente a la que le gustaría ser como son a los que ponen a parir. El deporte nacional de España, vaya: la envidia.