Hay que agradecer a los lectores del blog el envío de mails denunciando lo que creen justo. En este caso, un incondicional nos lanza una pregunta para la que, al menos yo, no tengo respuesta: ¿qué pasa con los bancos de Santander?
No sé si alguien más se habrá fijado, quizás los jóvenes no, pero es cierto que de un tiempo a esta parte Santander va perdiendo bancos en los que sentarse a descansar o, simplemente, pararse a mirar pasar el tiempo.
Recuerdo, en mi infancia, cómo mi abuelo y yo nos sentábamos docenas de veces (generalmente por mi culpa) desde su casa hasta el centro urbano. Los abuelos de hoy me parece que lo tienen más difícil, porque, exceptuando La Alameda y alguna que otra zona peatonal, parece que a los bancos públicos, esos de madera de toda la vida, se los ha tragado la tierra. Sus desapariciones comenzaron hace tiempo, pero, ha sido con la llegada de los cientos de obras que inundan la ciudad, cuando la cosa se ha vuelto preocupante porque han desaparecido o, lo que es peor, han dejado paso a esos monstruos de La Porticada en los que depositar las posaderas un tiempo elevado conllevará, por lo menos, una cistitis de regalo.
En fin, el problema parece irrelevante, pero para los más pequeños y para los ancianos no lo es tanto. Y teniendo en cuenta que la población cada vez está más envejecida... igual los responsables de estas cosas, que ya tienen unos años, deberían empezar a preocuparse por lo que de verdad quieren los ciudadanos en vez de por construir cosas inútiles y quitar las que se usaban.
3 comentarios:
Joder, pues es cierto, el otro día iba con la niña y me cisto un trinfo sentarla para poder darle la merienda.
La ciudad no está diseñada para la gente. Cada vez que inauguran una plaza se les olvida que no son lugares de paso, sino de descanso y convivencia ciudadana.
En Pombo, entre la reforma y los caballitos, se cargaron la mitad de los asientos. Lo de la Plaza Porticada es penoso, con esos cuatro cubos de granito negro, que aparte de estar sucios, no hay quien se siente sin coger una cistitis y de paso lumbalgia, por la carencia de respaldos. Farolas.....sin comentarios, ya así todas.
Se montaron el rollito de que la plaza del Este era un lugar cubierto, una plaza para estar los días de lluvia. Tenía un sólo banco corrido en uno de sus laterales y oh! ha desaparecido, porque los jubiletas que se sentaban seguramente no consumían en la cafetería, que es la gran beneficiaria de esta obra "pública".
Me da mucha envidia ir a Torrelavega, o cualquier pueblo de la provincia y ver que los espacios públicos están pensador para estar y disfrutarlos, con bancos, árboles, pérgolas, fuentes... vamos, lo que toda la vida han sido las plazas, en vez de explanadas de granito con "farolas" de diseño.
Santander es una mierda de ciudad pensada no se por quién pero seguramente por alguien que no la pisa en la vida porque, efectivamente, no hay nada que permita disfrutarla.
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