Jesús ya echó a los mercaderes del templo de Jerusalén en su momento, y ahora tampoco vendría mal que alguien echase a los que han convertido el edificio de Correos de al lado de la catedral, uno de los más bonitos -sobre todo por dentro- de Santander, en un auténtico mercadillo cutre. Miles de promociones se acumulan en paredes y estantes, pegadas con muy mal gusto y menos criterio. Anuncios de móviles, de maletas, tenderete de Ono, de Telecor... En fin, un auténtico desastre. Ahora, según se ha podido saber, van a remodelarlo completamente por dentro, cambiando todo de ubicación y -nos tememos- haciendo una verdadera aberración con ello. Si no cuidamos lo que tenemos estamos condenados a perder nuestra identidad y nuestro estilo -bueno o malo, es el nuestro-. Ya ha ocurrido con otras cosas, como el mamotreto del Palacio de Festivales, que no pega ni con cola, o el que está todavía por venir, la macro sede -ahora un poco menos macro- del Gobierno de Cantabria en Puertochico. Hay que poner algún tipo de freno a estos políticos que se lanzan a la piscina sin tener ni idea de lo que hablan y a los arquitectos flipados que no entienden ni de las proporciones más básicas. En fin, no nos carguemos el edificio de Correos porque da gusto entrar y esperar un poco de cola para poder admirar esos techos tan altos y esos adornos tan bonitos.
PD: En la Gran Vía de Madrid hay una preciosa cafetería clásica, de las principios del siglo XX que ahora es un McDonalds. ¿Es eso lo que queremos para este singular edificio?
PD: En la Gran Vía de Madrid hay una preciosa cafetería clásica, de las principios del siglo XX que ahora es un McDonalds. ¿Es eso lo que queremos para este singular edificio?
3 comentarios:
En ete bendita ciudad tenemos la maníade destrozar todo aquello que sea "bonito" en favor del progreso...
Tonto del culo! Renovarse o morir! y hoy en dia con internet, que es justamnte el medio que tu utilizas para para hacernos llegar tus puta mierda de opiniones, correos esta en sus últimas! un saludo wapete! ;)
Vaya, y entró un anónimo que lo primero que hizo fue firmar y decir quien es...
Pues bien, estimado tonto del culo, está muy bien eso de renovarse pero no destrozando, ni convirtiendo todo en tenderetes.
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